viernes, 6 de septiembre de 2013

UN DÍA DE PARO MAGISTERIAL

Por: Miguel Olvera Caballero


Huatusco, Ver.- Portan un moño color verde, deambulan por los alrededores de la caseta de peaje de Fortín de las Flores. Son profesores de Coscomatepec y Huatusco enviados a “reforzar” el paro magisterial. Afuera de las supervisiones escolares, las lonas se multiplican.

Pie de foto:
HUATUSCO, Ver.- Profesores de la zona de Coscomatepec 
y Huatusco permanecen en la caseta de Fortín de las Flores,
mientras otros grupos marcharon por la tarde por las calles 
de la ciudad.
En la ciudad de las chicatanas, las pancartas siguen afuera de los planteles, las siglas sindicales desaparecen y surge la “coalición de sindicatos”. Estudiantes del nivel medio y superior se organizan para apoyar moralmente a sus mentores, aun con el estigma de que son “manipulados”. En punto de las 19:00 horas parte de la Alameda Agustín Chicuellar dos marchas, una de estudiantes con más de 300 integrantes, otra de profesores.

En los pasillos de la terminal de autobuses Astro Terranova las opiniones son encontradas, el debate se centra en los maestros, algunos aprueban la protesta. Otros, demandan que los profesores regresen a las aulas, tener a sus hijos en casa durante las vacaciones ya fue demasiado. “Falta información, la gente no sabe el motivo de la protesta, pero si el magisterio cae, la Reforma Energética pasará sin problemas”, vaticina uno de los paristas.

Malos maestros, que durante años han solicitado comisiones, permisos e incapacidades, eclipsan la labor de los profesionistas que se las arreglan para dar cátedra en telesecundarias sin televisor, con libros con errores. Para lidiar con niños que no desayunan y se desmayan en los actos cívicos.

La caseta de peaje de Fortín de las Flores se convierte en una sinfónica que se prolonga todo el día. Cientos de automovilistas tocan el claxon al pasar libremente por la caseta. Las consignas contra los medios se mantienen, principalmente hacia las televisoras.

Un camionero se detiene a un costado de la carretera, compra víveres y revela, “son para los maestros, ellos están dándonos el paso libre y están luchando por sus derechos, hay que apoyarlos”, revela antes de volver a la caseta para repartir lo que compró y seguir su camino. Al final del día, los inconformes se refugian debajo de las lonas, abren libros o duermen en espera de nuevas instrucciones. Clandestinamente, profesores a los que se ordenó “alinearse” vigilan, reparten propaganda, marchan por las calles de Huatusco.






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